Hoy, cuando vemos lo que está
aconteciendo en Salta a causa de las inundaciones es necesario sentarnos a
reflexionar acerca de algunas cosas:
Siendo Salta una de las provincias que
más ha visto reducido su vegetación nativa a causa de la deforestación y el
desmonte, la situación resulta altamente crítica en materia ambiental y pone
constantemente en riesgo el desarrollo de la vida en comunidades indígenas. Por lo cual, el avance de las políticas
extractivas y el modelo actual de explotación de los recursos naturales está
estrechamente relacionado con el genocidio indígena actual.
En
el norte argentino, el avance de actividades como la tala de árboles y el
desmonte destruye el hábitat natural de comunidades indígenas y junto con ésta su
forma de subsistencia. Este “progreso” a favor de los negocios agro-forestales,
madereros, petroleros y ganaderos, se traduce luego en desalojos violentos de
las comunidades originarías, disminuyendo su territorio comunitario y condenando
a muchos indígenas a vivir en situaciones indignas de salud y sin alcance
alguno a sus prácticas de obtención de alimentos y de agua. Por otra parte, la
expulsión de sus integrantes hacia los márgenes de las ciudades resulta cada
vez más frecuente. Obligándolos a vivir hacinados en los barrios de las
periferias y alejados de todo contacto con la naturaleza y con su forma
ancestral de vivir.
En este contexto, vale remarcar que una de
las zonas más afectadas por el temporal y la crecida del Río Pilcomayo, es la
zona de Santa Victoría Este, departamento de Rivadavia, ubicado al noreste de
la provincia. Allí más de la mitad de la población pertenece a pueblos originarios, en su mayoría al pueblo wichí, y sufren cotidianamente la muerte de
sus integrantes. Entre 2007 y 2017 fallecieron al menos 40 indígenas en Salta
por cuestiones de salud que se podrían haber evitado. Gran parte vivía en la
zona en cuestión y la gran mayoría eran niños y niñas que murieron por causas
como deshidratación, diarrea aguda, desnutrición, tuberculosis, entre otras.[1](Ver link debajo)
Así,
mientras nuestros hermanos y hermanas se encuentran perdiendo lo poco que
tienen, la rueda en favor de los sectores privados nunca parece detenerse. Los políticos
y los medios amigos del empresariado, intentarán convencernos de que las causas
son naturales, que son tragedias inevitables, etc, etc. Pero nunca nos dirán
que las causas son otras. Así como sigamos avanzando con en el desmonte las
consecuencias serán cada vez peor. Los sistemas naturales por los cuales el
agua de lluvia debería de drenar y desembocar en los ríos van dejando de
existir. Los enormes árboles de las selvas han sido derribados para favorecer a
los empresarios forestales o para la creación de caminos y rutas necesarios
para la actividad hidrocarburifera. A su vez, los desmontes llevados a cabo
para la plantación de monocultivos terminan por erosionar el suelo y hacerlo
incapaz de absorber la cantidad de agua caída por las lluvias. El agua correrá
y correrá, llevara consigo todo lo que esté a su alcance. Arrastrará chozas de adobe
y rutas de cemento. Arrastrará culturas ancestrales, animales y plantas. Llegará a los pueblos criollos y alertará a los medios de
comunicación. Traerá enfermedades y se llevará la vida de algún otro “nadie”,
como decía Galeano. Pero nunca llegará a la oficina de un político, ni mojará
las medias de algún empresario. El agua tocará el corazón de algunos ciudadanos
que sentirán compasión por los “pobres indios”, se harán colectas solidarias,
se rezará , luego se dará vuelta la página y se olvidará. Así como el agua se irá secando,
mañana nadie se acordará de Santa Victoria Este.
6 de Febrero de 2018
Imagen: Grabado al agua fuerte que acompaña la
edición "El Progreso" del proyecto #ElGenocidioSilencioso. https://elgenocidiosilencioso.blogspot.com.ar/2017/12/el-progreso.html